Boletín Verde

Bajo el título “Benchmark en Economía Circular” el próximo jueves, 8 de mayo, se celebrará un evento para exponer algunas prácticas ejemplares en este aspecto. El acto lo organiza el Club de Excelencia en Sostenibilidad con la participación del Ministerio para la Transformación Ecológica y el Reto Demográfico. Será en la sede corporativa de ENDESA (calle de la Ribera del Loira), en Madrid, entre las 09:30 h y las 14 h.

En esta edición se han inscrito 636 estudiantes de 25 centros, universidades y escuelas de diseño de toda España. Las empresas retadoras esta edición son Hinojosa, Cabka, Logifruit, Maverick, ITC Packaging y Encaja

En un contexto globalizado marcado por la transición a una economía circular, cada vez son necesarias más fórmulas novedosas y sostenibles para optimizar los procesos de producción y distribución. Este ha sido el eje central de los proyectos de la XIV edición de los Premios Nacionales de Envase y Embalaje, que ya tienen finalistas.

La pandemia del COVID-19 y la crisis energética aumentada por la guerra de Ucrania están evidenciando que combatir el cambio climático ya no es una cuestión de izquierdas o derechas, sino de resistencia frente al desastre. O cambian los hábitos del consumo y el proceso de producción o caminamos hacia la extinción. Debemos trabajar en la construcción de un nuevo mundo donde los empleos verdes estén a la orden del día.

A día de hoy, sólo se recicla una mínima parte de los productos textiles desechados. Aunque la producción de la industria de la confección se ha duplicado en los últimos quince años, el tiempo de uso de las prendas se ha reducido en más de un 30 %. Al mismo tiempo, el aumento de la demanda de moda “low-cost” está propiciando un declive de la calidad de los materiales, lo que dificulta su reutilización o reciclaje. Según la “Ellen MacArthur Foundation”, se calcula que al año se generan 114 millones de toneladas de residuos textiles. De las prendas de vestir que se recogen con fines de reciclaje, el 12 % se degrada para su uso en aplicaciones de menor valor, como material de aislamiento, y menos del 1 % se usa para fabricar nuevas prendas en una economía circular de circuito cerrado. Además, el elevado contenido de poliéster de la moda rápida conlleva también un aumento de la cantidad de productos textiles desechados que se incineran en plantas de transformación de residuos en energía debido a su alto valor calorífico.